miércoles, diciembre 11, 2013

¿Un sindicato para la gorra?

Mi primera reacción luego de los conocidos incidentes catalizados por la rebelión policial en Córdoba fue la de considerar justa que la policía pueda ponerse de huelga. No tardé mucho en darme cuenta que era una estupidez, no puede la policía abandonar la calle y dejarnos a nuestra suerte. La segunda reacción, entonces, fue la de considerar que si bien no corresponde que aquellos servidores públicos deserten sus responsabilidades deberían poder sindicalizarse para poder conseguir un salario y condiciones de trabajo dignas como cualquier otro trabajador.
Pero sucede que el policía no es cualquier otro trabajador.
Durante cualquier reclamo de índole laboral el rol que cumple la policía suele ser el de reprimir a los trabajadores en caso de que no haya un acuerdo con los empresarios. Es a los trabajadores a los que se reprime y no a los empresarios porque estos últimos cuentan con el Estado para garantizar el cumplimiento de los contratos. Si entendemos al Estado por su definición mas aceptada, la de Max Weber, que indica que el Estado es "el monopolio del uso legitimo de la violencia física", la policía cobra un rol preponderante en la capacidad del Estado de poder garantizar la producción y las condiciones de explotación. Los contratos suscriben al Estado como arbitro porque este cuenta con los medios para asegurar su cumplimiento. Esta garantía se pone de manifiesto cuando ordena a la policía reprimir a los trabajadores y reanudar la actividad.
Los trabajadores al no contar necesariamente con el Estado o su expresión represiva para asegurarse condiciones dignas de trabajo forman un sindicato para poder, organizados, poder plantarse de igual a igual con el empresariado a la hora de acordar condiciones laborales o, en su defecto, resistir y denunciar los intentos represivos de restablecimiento del status quo. Los trabajadores necesitan sindicatos porque los empresarios cuentan con el Estado y, por ende, cuentan con la policía.
La policía, entonces, en cuanto aparato represivo del Estado, siendo este el garante de las condiciones de producción, cumple un rol especifico en lo que respecta a las disputas laborales.
Ahora, ¿como puede la policía pedir ella misma por condiciones laborales dignas? ¿corresponde que formen un sindicato? ¿frente a quien se para la policía si sus condiciones laborales son determinadas por los mismos de quien emana su condición de aparato represivo?, o dicho de otro modo, si la policía no acuerda con el Estado ¿se reprime así misma? ¿como puede el Estado garantizar las relaciones de mercado si se rebela parte de su aparato represivo?. Para decirlo muy vulgarmente la policía no trabaja para el Estado, es el Estado. Si la policía se rebela contra el Estado se niega así misma y se convierte en algo distinto. Algo distinto que porta armas. Frente a un Estado que no reprime... un Estado que no es tal.
Es por ello que no puedo conciliar la idea de sindicalizar la policía.
Uno querría creer que el Estado de motu propio mantiene contenta a la policía para poder garantizarse el aparato que le permita neutralizar las consecuencias indeseadas de las condiciones que el poder económico exige para una explotación lucrativa como ser, por ejemplo, la disconformidad social organizada. Yo creo adivinar que el Estado asegura la complicidad de su aparato represivo mirando para el otro lado mientras la policía comercia drogas ilegales, participa de la trata de blancas, haga desaparecer personas, manda chicos a robar, libera zonas a organizaciones criminales, etc.
De cualquier modo, que las cosas se sucedan como están sucediendo en este momento me invita a creer que mi lectura es incorrecta, que hay baches grandes de lectura o análisis en mi percepción que nublan mi entendimiento. Quizás la familia de Carlos Fuentealba me podría ayudar a comprender la justicia en los reclamos de la policía neuquina.

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