Me desperte de madrugada (invitando a Tlaloc a su juego favorito) y me acerque por el balcon que da a mi habitacion y descubri, despues de tanto tiempo, esto:
Un imponente, seguramente centenario, alto, vigoroso, oxigenante, hermoso arbol.
"¿Como hize para que en tanto tiempo este arbol jamas me haya llamado la atencion?" me preguntaba una y otra vez mientras seguia viendo ese arbol... y despues note la segunda cosa evidente que tardo siglos en llegar a mi espectro sensorial, la tragedia que un arbol tan bello, tan imponente, tan diferente al gris que desde los cielos inunda a la cuidad (o que la cuidad inunda a los cielos, ¿quien sabe?), se encontraba oculto entre edificios. Edificios, de seguro, mas jovenes que el arbol. Edificios que no lograron asfixiarlo, edificios que tuvieron que abrir un espacio a este arbol, que tuvieron que contemplar en su diseño a ese arbol. Edificios... que le quitaron a este barrio el poder disfrutar de su belleza o amarnos en su sombra.
Hoy... voy a ir al Alto Palermo con la esperanza de encontrar, sepultado entre las ofertas, las prendas ajustadas, el sonido de las lectoras de tarjetas, el murmullo entusiasta de las chicas o las fragancias que comparten las atentas promotoras, un milagro.
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